Video del taller con Laura Toro en Mayo 2023 de la Clase Permanente de Danza Inclusiva de ConCuerpos
La importancia del uso de un lenguaje inclusivo y de usar diversas formas de comunicación en el contexto de la danza radica en la promoción de un entorno verdaderamente accesible. Al adoptar un lenguaje que reconoce y respeta la diversidad de identidades, habilidades y experiencias, se fomenta un espacio donde todos los participantes se sienten validados y representados. Además, al utilizar formas diversas de comunicación, como el lenguaje corporal, visual y táctil, se amplían las posibilidades de participación, permitiendo que personas con diferentes capacidades y estilos de aprendizaje se involucren plenamente en la experiencia dancística. Este enfoque no solo derriba barreras comunicativas, sino que también enriquece la expresión artística al incorporar una variedad de perspectivas y voces. En última instancia, el uso de un lenguaje inclusivo y de diversas formas de comunicación no solo potencia la accesibilidad en danza, sino que promueve un sentido genuino de pertenencia y colaboración en el espacio coreográfico.
Marian Mateus lo expresa así: "Se trata de estar presente en el multilenguaje que somos" mientras que Lorena Lozano señala que las "relaciones que se establecen en la Clase son multilingüísticas... La comunicación va más allá de la palabra hablada o signada; es un lenguaje relacional que ayuda a que todas las personas se sientan cómodas y tranquilas para experimentar la pauta".
Por ello, el lenguaje inclusivo en el contexto de la danza implica reconocer y respetar la diversidad de identidades y capacidades de los participantes. Se trata de preguntar a cada persona cómo prefiere ser nombrada y cómo se identifica. Esta práctica va más allá de una mera formalidad lingüística; es un acto de inclusión consciente que busca validar las experiencias individuales. Al adoptar un lenguaje que refleje la autonomía de cada persona en la expresión de su identidad y capacidades, se crea un entorno donde todos se sienten representados y valorados.
Del mismo modo, es clave elegir con cuidado las palabras que se usan para dar instrucciones para evitar el uso de un lenguaje capacitista y garantizar una inclusión genuina. Un ejemplo clave es la elección de expresiones como "movernos por el espacio" en lugar de "caminar por el espacio". Este enfoque lingüístico más consciente amplía la participación a todas las personas, incluyendo aquellas que utilizan sillas de ruedas u otras formas de movilidad. Al adoptar un vocabulario que abraza la diversidad de experiencias, se construye un terreno lingüístico más igualitario, donde cada individuo se siente reconocido y valorado en el contexto de la danza y más allá.
Verónica Toro resalta un aspecto esencial de la Clase de ConCuerpos que para ella no es negociable: la posibilidad de mostrar diferentes variaciones de un ejercicio. Insiste en esto porque entiende la importancia de que la información llegue a todas las personas y no se de una exclusión. Esto la llevó a reflexionar: "Hay una diferencia clara entre el facilitador o tallerista y las personas que vienen a tomar la Clase. Para quienes toman la Clase, se apaga lo lógico, se apaga lo mental y se vuelven cuerpos, recibiendo información que los impulsa a moverse. En cambio, para el facilitador, es un reto considerable que implica la solución de posibles problemas y, por lo tanto, es muy mental. Para ello, recurre a todas las herramientas didácticas que conoce y se apoya en la coordinadora y monitores, quienes desde el cuidado y la serenidad respaldan al tallerista".
Verónica también destaca algo distintivo de este espacio: la comunicación no verbal constante. Aunque el facilitador proporciona pautas verbalmente, la resolución se lleva a cabo con el cuerpo. Lo mismo ocurre con las señas. Juan Camilo no se equivoca al decir que se trata de buscar la simplicidad en las formas de comunicación. Es crucial recordar que el cuerpo está en el centro, no las formas ni las ansiedades.
En la Clase de ConCuerpos siempre se ha ofrecido el servicio de interpretación a Lengua de Señas para promover la plena participación de las personas sordas. Sin embargo, se invita a la persona interprete a participar plenamente también de los ejercicios ya que esto ha probado mejorar su interpretación al informase de su propia experiencia. También, se invita a moderar en qué momentos se interpreta y en cuales no, permitiendo que las personas sordas reciban la información del ejercicio no sólo a través de las indicaciones de la maestra o maestro, sino a través de todos los cuerpos en movimiento en el espacio. Esto ocurre en especial cuando los y las participantes están realizando una pauta y han iniciado un viaje de movimiento que es importante permitir fluir. Así, en vez de interrumpir este viaje con una nueva indicación, es mejor permitir que sea la persona sorda quien perciba y observe los cambios sutiles de manera autónoma. De hecho, las personas sordas son muy sensibles y su percepción visual es muy rápida, así que en estas ocasiones no se hace necesario la interpretación. Poder discernir cuándo es necesaria la interpretación y cuándo no, también es una responsabilidad compartida entre la persona sorda, la interprete y la maestra o maestro. Es decir, es muy importante invitar a la persona sorda a solicitar que se haga o no la interpretación y también la maestra debe ser consciente de no dar una indicación muy larga o compleja en esos momentos de fluidez.
Del mismo modo, se invita a todo el grupo a usar su expresión gestual y a aprender Lengua de Señas pues el objetivo es que la comunicación entre personas sordas y oyentes sea libre y espontánea, y no dependa siempre de la persona intérprete. De este modo, se ha construido un espacio multilingüístico que prioriza el deseo comunicativo sobre las formas.
Del mismo modo, se invita a todo el grupo a usar su expresión gestual y a aprender Lengua de Señas pues el objetivo es que la comunicación entre personas sordas y oyentes sea libre y espontánea, y no dependa siempre de la persona intérprete. De este modo, se ha construido un espacio multilingüístico que prioriza el deseo comunicativo sobre las formas reglas de etiqueta tradicionales.
En conclusión, podemos decir que nuestra experiencia nos demuestra siempre que el lenguaje desempeña un papel fundamental en la promoción de la inclusión y la accesibilidad. Al cuidar las palabras que se escogen, al ser sensibles con los momentos para dar instrucciones y al usar diversas formas de expresarse, estamos haciendo un ejercicio que permite la accesibilidad de cualquier práctica de danza. Es más, estas acciones son puentes hacia sociedades más equitativas y comprensivas pues en cada palabra y expresión cuidadosamente elegida, encontramos el poder de transformar la manera en que nos relacionamos, brindando a cada individuo, independientemente de sus diferencias, la oportunidad de participar plenamente y ser reconocido desde sus capacidades y no desde sus limitaciones.