Video del taller con José Mejía en Septiembre de la Clase Permanente de Danza Inclusiva de ConCuerpos
MODOS DE HACER, MODOS DE SER
Desde nuestra perspectiva, en una clase inclusiva y accesible, la práctica dancística se sustenta en un tejido social y afectivo de gran importancia. Esta amplia red de relaciones afectivas permite que personas con y sin discapacidad, con y sin experiencia, y diversas desde varios puntos de vista, amplíen sus posibilidades de movimiento en un ambiente colectivo seguro, respetuoso y, sobre todo, amoroso. Esta ha sido siempre una característica distintiva de la Clase de ConCuerpos, que revela una constante reflexión sobre los niveles de exigencia que se pueden esperar de cada cuerpo, especialmente desde la perspectiva de la maestra o maestro.
Hilse León, maestra e improvisadora, comparte que esta inquietud sobre cómo decidir lo que propone, para que sea disfrutado por todas las personas, y cuál es su rol como maestra para lograr una dinámica no jerárquica, es constante en su práctica. Esta reflexión la lleva a cuestionar las estructuras de poder y los roles tradicionales de dirección. Esto mismo es señalado por Lorena Lozano, coordinadora de la Clase, para quien la adrenalina de la primera vez que ofreció un taller se manifestó como una dualidad entre un deseo por lograr un objetivo concreto, pero a la vez permitir la experimentación y la duda. Trabajar un tema dede una mirada particular y propia, que a la vez no se sienta impositiva para nadie. Para ella, poner en duda la figura del profe mientras lidia con la propia duda, puede ser un motor para su labor de enseñanza.
Así, el maestro o maestra con enfoque inclusivo se integra a este tejido interpersonal, alejándose del lugar del poder y el conocimiento para abrirse a la escucha del grupo. En lugar de liderar desde el frente, adoptan una posición de apoyo desde todos los lados, potenciando a cada persona en lugar de imponer o exigir un modelo preestablecido. Este modo de ser informa sus modos de hacer, permitiendo clases accesibles donde todas las personas tienen espacio para crecer. Para Marian Mateus, maestra y gestora de Tunja, resulta fundamental dar espacio a la necesidad de sorprenderse. “Se trata de proponer algunas pautas en las cuales se despierte la sorpresa y al mismo tiempo sorprenderse con aquello que aparece en lo que se ha hecho una y otra vez.” La capacidad de sorprenderse consiste, tal vez, en que aquello que ocurre, está bien, independientemente del plan original. Para ella, el modo de hacer se construye desde la diversidad y de quedarse en el presente. Se trata de la relación que se establece entre la voz guía que propone un ejercicio y el tiempo que a cada participante le toma estudiarlo y experienciarlo. El tiempo de esta experimentación no es el mismo para todos, por lo que resulta más que sorprendente cuando tiempos discontinuos logran armonizarse al unísono tras la modificación o adaptación de una pauta.
Las maestras y maestros coinciden en que, a lo largo de las sesiones, más que esperar un resultado concreto, se trata de entregarse al juego y sentir el acontecimiento de la pauta. Este proceso implica atender a las múltiples manifestaciones corporales que surgen a partir de una pauta dada, superando las expectativas tanto del tallerista como de los participantes. Hilse reflexiona sobre la necesidad de desprenderse de preconcepciones románticas sobre la discapacidad y dimensionar las potencias propias de los cuerpos, permitiéndoles ser. Este enfoque se resume en una metodología sencilla: "dar, recibir, recibir dar".
En ConCuerpos, estas formas de asimilar una pauta y experimentarla según las posibilidades de cada cuerpo no surgen espontáneamente. Más bien, se han cultivado desde la gentileza, el asombro, el empoderamiento y la camaradería, atendiendo a los intereses y evolución de cada participante en el proceso pedagógico. Esto manifiesta un tejido colectivo que fomenta una presencia amable y receptiva en el ejercicio pedagógico. Aunque el grupo cambie y lleguen profes nuevos, estas dinámicas se mantienen.
En resumen, se trata de un tejido colectivo cuyo fundamento se encuentra en la disposición a poner en práctica las pautas que el maestro y la maestra proponen y que en el ejercicio de la misma práctica van adaptándose, modificándose y traduciéndose de manera tal que los participantes se vean incluidos.