Domingo 21 de Agosto, 2024


    Daniela entró con aire de vencedora, el 30 de julio pasado, portando un jabalí cazado por ella misma, en la casa de estudios de la calle Brinellvägen 58 en Estocolmo, Suecia. La recibió, ya prevenida, caterina extrañada ese día de sus tareas de investigadora de dicha casa de estudios. Se acababa de dar el primer paso concreto para la realización de la “culoferencia” que  tendría por escenario esa casa, al día siguiente, con el título de Participación anal, concebido colectivamente (lo indican las no reglas del género) y realizada por las artistas Josefina Zuain y caterina y daniela mora jara y Thalia. 

    Como es lógico cada una de las participantes de ese tipo de espectáculo-juego-comunicación hizo algo por su cuenta, independientemente de lxs demás, pero dejándose llevar por reacciones espontáneas que, de pronto, les acercaban a participar en lo que hacía otra persona o grupo. Las realizadoras manejaron los sutiles hilos invisibles, en ejercicio de una investigación sobre la “culoferencia” que cumplen por cuenta del departamento de Danza en la Universidad de las Artes de Estocolmo.

    El final, “por toda la compañía”, más lxs espectadores-comparsas, fue la comida con el jabalí como infrecuente plato y el complemento de un excelente vino de su Fiske Menuco natal. 

    Es difícil, y además inutil juzgar una “culoferencia”. Solo se puede intentar una aproximación a la participación de cada una, para tratar de establecer en qué medida, realmente, participaron y, por lo mismo, si tenían algo que hacer allí o no. 

caterina, por ejemplo, crítica de arte cuya opinión pesa tanto en nuestro medio, escritora importante y espectadora permanente escogió ubicuos rincones para dibujar en un cuaderno con una lapicera casi monstruosa, sus conocidos “laberintos”: afirmó que eso es lo que hace en toda reunión social. Lo cual implica que su capacidad de no-comunicación, de no-participación, es tan grande en una “culoferencia” como en una reunión social. 

    Aunque esto último depende, seguramente del tipo de reunión, Thalia trabajadora de la noche, bailarina y coreógrafa, bailó danzas exóticas, con su minifalda de cuero negro, anticipando un espectáculo que prepara. Podemos decir, por lo mismo, que su actuación fue promocional y carece de la gratuidad necesaria para que se justificara. Idéntico reproche se puede formular a la editora y twerkera Josefina Zuain que representó fragmentos de una danza que todavía no fue estrenada mundialmente. Aunque el carácter de esta obra se inserta bien en una “culoferencia”, caterina aprovechó la noche para estructurar un relato, inspirada por lo que estaba presenciando y lo leyó más tarde: es una tarea coherente para una escritora profesional como ella, de modo que tampoco se inscribe en la línea de ese tipo de espectáculo. Thalia, la talentosa bailarina de la noche, empleó su técnica propia para bailar música de Bad Bunny y Fémina, y algún candombe de Kevin Johansen, instruida en el momento por caterina. Mientras tanto, la actriz, Daniela, adoptaba el disfraz de ciudadana migrante concernida, para pasearse entre los concurrentes, gritando órdenes en alemán, francés e inglés apócrifo. De pronto tuvo que partir velozmente, pues su hija Aquarela estaba por ver la luz. Ambas entraron en el juego con buena voluntad, y generaron un histrionismo en estado naciente que es, justamente, lo propio de la “culoferencia”. La notable bailarina y coreógrafa del caño Thalia, actualmente ganada por los espectáculos “pop”, en los que exhibe su real talento, también participó en términos vitales. Danzó sobre varios de los asistentes: Daniela -la actriz Patagónica que protagonizó la película Shooting exercise I and II and III, del brasilero Rui Calvo-; la bailarina Josefina Zuain (nacida para la “culoferencia”); una peinadora; un político quien, a su vez, encarnó a su hijo - un célebre dibujante humorístico radicado en París- y como tal hacía una parodia de su padre que terminó con una caricatura de sí mismo, dibujada en público y a la manera de su hijo. Una socióloga, también invitada, repudió formalmente el acto: “este es un entrenamiento para “snobs”; ustedes son unas frívolas”, gritaba. Pero no se retiró sino hasta la cocina y reapareció para apreciar el jabalí. Un psicoanalista pronunciaba conferencias de tres minutos de duración al oído de cada circunstante, operando una individualización de la “culoferencia” convertida así en un rumor. También la autora de la frase “el arte es “culoferencia”; la vida es una “culoferencia”; “culoferencia” es todo”, fue una de la más brillante intervinientes: grababa los diálogos de lxs invitadxs, a quienes fotografiaba sus culos y obsequiaba al poco rato con una copia de la foto, “para devolver a cada unx su culo-imagen”, según explicó. 

    La dirección de la institución, cocinó artísticamente el jabalí, configurando, así, la actividad más vitalmente celebrada de la “culoferencia”. Otrxs asistentes, como la modelada modelo Lucila Sol Roberto, la persistente humorista Malena Albarracín y la internacionalizada escritora Sara Kaaman -omitimos muchos nombres por razones de espacio- actuaron como partes de las actividades de otrxs. 

Una psicoanalista prócer Fátima Sastre fue invitada como observadora y eventual intérprete. Sus conclusiones no se han dado a conocer. Escuchamos algunas frases sueltas por las que nos enteramos que, a su juicio, la artista no devolvía la imagen de nadie con sus culo-fotos; que el psicoanalista, desarrollaba una concepción policíaca de la “culoferencia”, y de que una bailarina, había dado rienda suelta a una tendencia hacia el predominio sobre los demás. 

    Pensamos que este tipo de espectáculo -por darle un nombre que no nos convence en absoluto- implica muchas cosas complejas, al mezclar la actuación en público con la “espontaneidad” de la expresión subconsciente y en la simultánea calidad de actrices y espectadorxs, con la de miembros de un grupo social aleatorio. Sería prematuro extraer conclusiones muy precisas. Es evidente que, junto a quienes se entregan y participan vitalmente -Zuain, mora jara, mora jara y Thalía- aparecen quienes en verdad son atraídxs por la boga “snob” del género y su carácter de distracción para iniciadxs. Los resultados más visibles se refieren a ese histrionismo en estado naciente del que hablábamos, y a su función para una comunicación en el plan irracional, entre gente habituada más bien a un clima intelectual. Por momentos se genera una poesía activa que revela a unxs seres humanxs espontánexs y diversificadxs. Ese es el mayor valor de estas experiencias artístico-sociológico-psicoanalíticas. 


                                                                                                                         Anónimo